lunes, 20 de agosto de 2012

Mundo Paralelo (Cap.1) [Historia]


1. Inicio de los caminos

Llevaba cinco minutos en la cama, absorta  en mis pensamientos, cuando me di cuenta que el despertador ya había sonado y que tendría que estar levantada. Me levante lo más rápido posible y me fui corriendo a la ducha; cuando llegue al baño me di cuenta de que se me había caído todo salvo el pantalón, volví y lo recogí.
Me estaba peinando  pensando en cuanto quedaba para navidad, era el primer día de colegio y ya deseaba que empezaran otra vez las vacaciones, pensar que tenía que volver a la rutina, volver a ver a algunos de clase que no me hacía mucha gracia, la verdad, me daba dolor de estómago. Me mire en el espejo, mire mi cabello castaño dorado y pensé que si algún día encontraría a un chico que me gustase de verdad.
Cuando llegue al colegio me puse a hablar con mi mejor amiga, Cindy, a la que había visto el día anterior.
- Tía, que asco volver al colegio, volver a soportar a los profesores y alguno que otro más- me dijo Cindy.
-Dímelo a mí, casi me duermo esta mañana, estoy deseando que llegue navidad…
De repente se nos acerca Carlos, un chico de clase.
-Ola Kayla, ¿Qué tal las vacaciones?- pregunto dirigiéndose a mí.
-Pues bien, lo que menos me gusta de las vacaciones es volver a clase.
Los tres rompimos a reír, luego Carlos se marchó y nos quedamos Cindy y yo otra vez solas
-Parece que los chicos han madurado, por lo menos son más majos- soltó Cindy.
-Esperemos que sí, y que este curso se haga más fácil.
-Esperemos.
Riiiiiiiinggggggg, era el timbre del colegio.
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¡Ay que ver lo que pesaban aquellos pomelos!, ¿sería otro de los entrenamientos del abuelo o eran de verdad necesarios?   La verdad es que ya no sabía que parte de mi vida era un entrenamiento y cual era una vida normal. Yo quería mucho al abuelo Elías pero me hubiera gustado tener una vida más normal, como cualquier elfo joven, pero yo no era normal, yo era un elfo lunar con poderes de otros elfos; según mi abuelo eso era un don que me había dado la naturaleza, pero yo me sentía diferente y anormal, los otros seres no se acercaban a mí por miedo a que les infectara y eso me hacía sentir desplazado.
Mientras subía el árbol de casa del abuelo me di cuenta que en uno de los escalones de madera había sangre, subí rápidamente el árbol. Llegue a arriba y vi la puerta abierta, tiré los pomelos al suelo y entre corriendo. Aquello parecía un gallinero, estaba todo por los suelos y roto, había sangre en algunos muebles y en algunas zonas del suelo, iba a ser un duro trabajo ponerlo en orden.
Recorrí la casa hasta llegar al pequeño salón donde trabajaba el abuelo; entonces lo vi, fue algo fugaz pero doloroso, lo más doloroso que mis ojos habían visto, la experiencia más dura que mi cuerpo había soportado; mi abuelo, la persona a la que más quería, estaba tumbado en el suelo, jadeando, casi muerto. Llegue a su lado y caí de rodillas llorando, casi sin fuerzas.
-Rowland… -Me llamó el abuelo jadeando-Rowland…
-Abuelo no te vayas… no me dejes solo- dije tartamudeando, sin respiración.
-Tienes… tienes que ser... Fuerte-mientras me decía esto cogió un collar que llevaba, según me había dicho era una escama de un dragón de cristal, era como su gran tesoro, el mayor de todos- toma Rowland, guárdalo tú, siempre que este con tigo… estará seguro.
Cogí el collar y, me lo ate al cuello
-Prométeme que  serás fuerte… que podrás iniciar un camino tú solo…
-Te lo prometo abuelo y prometo vengar tu muerte aunque sea lo último que haga.
Los ojos de mi abuelo me miraron por última vez y su boca transmitió su última sonrisa.
-Prometo vengarme…

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